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13 de Marzo
Ni ser empleado es malo, ni ser emprendedor es lo único. Cada alternativa tiene lo suyo. Pero en una generación en la que abunda tanta información sobre el emprendimiento, te dejo 5 cosas que vas amar de la vida empresarial.
Los jefes: Aunque a los jefes siempre los pinten como los villanos de la película, un buen jefe puede resultar ser el mejor coach de vida… porque hasta Miranda Priestly con su dura forma de ser en “El diablo viste a la moda”, nos dejó grandes lecciones que aprender. Un jefe – o una jefa, por supuesto-; es un escultor de talentos. Es esa persona que te ayuda a encontrar en qué eres bueno y en qué puedes ser excelente. Que te enseña, pero sobre todo, te forma. Es ese alguien que no siempre te va a dar una respuesta, pero siempre te va a dar preguntas (y después entenderás por qué eso es bueno). La letra pequeña es que no todos son así de generosos -y no me refiero a que tengan una personalidad amorosa realmente, porque la mayoría tienen un carácter fuerte. Sino a que sean amplios al compartirse-. Ambos tipos de jefes son importantes –y hasta necesarios-. Así que hónralos y respétalos. Recuerda que hay personas que están en nuestro camino para enseñarnos lo que no debemos ser, para mostrarnos a nosotros mismos de qué estamos hechos o para que aprendamos a arreglárnoslas por nuestros propios medios. Así que sea como sea, jamás subestimes el papel de un jefe en tu vida. Sobre todo, si algún día quieres llegar a estar en una silla igual.
El equipo de trabajo: Ningún emprendedor dijo nunca: “yo puedo solo”. Todos sabemos que dos cabezas piensan mejor que una y que la vida es más fácil cuando tienes un equipo de trabajo. Que los chismes y la envidia existen, claro; pero eso es porque como seres humanos todavía nos falta mucho para aprender a relacionarnos. Porque en cuanto a trabajo, lo mejor de una empresa –grande o pequeña- es que habrá zapateros para los diferentes zapatos (basándonos en el dicho “zapatero a tus zapatos”) y eso te abrirá la mente como jamás te hubieras imaginado. Sobre todo, si te relacionas con personas de diferentes áreas.
La oficina: A pesar de que todavía no sabemos a ciencia cierta si el home office se quedará para siempre, la oficina es mucho más que un escritorio de trabajo. Es un micro mundo, una pequeña sociedad, una casa estudio donde pasas 8 horas de tu día, un lugar donde tienes conversaciones increíbles mientras te preparas el café de la mañana, donde haces amigos que se reúnen para pedir empanadas y donde te decoran el puesto el día de tu cumpleaños. (Si te gusta la moda, en el fondo te encantará tener la excusa de ponerte más linda para ir a trabajar).
Las preocupaciones de la adultez: Hay cosas que te da una empresa, que solo valoras cuando creas empresa: las prestaciones, el salario fijo, la salud, incluso el horario (porque cuando emprendes deja de existir el “trabajo hasta las 6” o los fines de semana), las incapacidades y las vacaciones. De hecho, las únicas primas que verás son esas mujeres con las que tienes un vínculo familiar. (*En Colombia una “prima de servicios” es un pago extra que recibe un trabajador dos veces al año). Y por último… pero no menos importante,
Te pagan por aprender: Sí. Así como lo lees. Cuando estaba en la universidad no entendía esa frase y ahora sé por qué un trabajo es la mejor aula de clases. Solo trabajando te haces experto, y eso requiere mucho más que conocimiento. Además… ¡te pagan por eso! Pero no es que sea gratis… a cambio, tú les das tu esfuerzo, tu tiempo, tus ideas frescas, tus madrugadas, algunas de tus noches de fiesta y una que otra lágrima… porque en cualquier trabajo –de independiente o empresarial- van a haber lágrimas.
Pero es como el amor, a veces duele, pero al final, siempre va a valer la pena.
Atentamente,
Ana Listas.
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